Pocos lances ofrecióme la vida para
mostrarte, amada mía,
que podría ser como ansié en mis
ensoñaciones veladas,
demostrarme que amé hasta saber que tú
también me amabas ,
que mi imperfecta humanidad, agujereada
como celosía,
que deja ver sin ser visto, por miedo a
ser revelado
dejando escapar lo mejor, o tal vez lo
peor de mi ánima herida.
Cuando apenas comenzaba a labrar nuestra
suerte
no diste tiempo, tan preciso como es, para
dejarme prenderte.
Si no te amé, amado me sentí,
si no te sentiste amada, culpable, te juro
que no fui.
Deja que el viento responda a mis cuitas,
¿cuándo anduvimos caminos que nos
acercasen?
¿cuándo el aire se templó rozando tu
atezada piel?,
¿cuándo fuimos uno y no cientos?; ¡no
espero que lo admitas!.
¡Y cuanto amor perdiste, alma mía, sin
saber que con él segabas mi vida!
No hay comentarios:
Publicar un comentario